Nos reunimos, ¡oh Dios!, en tu Escuela incitados de sed de saber esa ciencia que nutre las almas hasta santos y apóstoles ser.
Junto a ti, ya cumplido este día todo aquello que es nuestro deber, la asamblea en la Iglesia nos forma, nos informa y nos hace crecer.
Nos reunimos, ¡oh Dios!...
Hacia ti, al caer de la tarde, ya cansados de nuestra labor, te ofrecemos aquí los hermanos el cansancio y descanso Señor.
Con la noche las sombras nos cercan y buscamos abrigo y hogar, que mejor que dormir en tus brazos, como el niño en su madre confiar.
Cuando pase la noche, la aurora nuevamente nos vuelva alumbrar y las fuerzas por ti renovadas nos permitan volverte alabar.
Y mañana sea un día provechoso: que inflamados de fe y caridad, del Banquete de Cristo saciados, que transcurra en servir y en amar.
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